En una ciudad muy pequeña de Bolivia, había un doctor que era muy apreciado por toda la gente. Tenía alrededor de unos 50 a 60 años y era bien parecido. Él se enamoró de una jovencita de unos 20 años y juntos paseaban en las tardes por el pueblo.
Lamentablemente el doctor falleció de un ataque al corazón antes de poder casarse con la joven. Todo el pueblo lloró su muerte y esa noche todos estaban en el velorio.
Ya tarde en la noche, la gente se fue yendo y sólo fueron quedando unas cuantas personas. En un momento determinado, todos dejaron al difunto solo en la sala por distintos motivos, pero así fue.
Cuando volvieron a la sala el doctor no estaba en el cajón. El Diablo se lo había llevado.
Es por eso que se velan a los difuntos y nunca se los deben dejar solos porque el Diablo puede llevarse sus almas.
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