Feroz, Cerbero impedía a los muertos regresar a la tierra y a los vivos entrar al Hades. Sin embargo, varias veces resultó derrotado. Orfeo, por ejemplo, se valió de su maravilloso canto y de la dulce música de su lira para calmarlo y adormecerlo. Así pudo entrar al Hades para rescatar a su amada Eurídice.
El dios Hermes también logró dormirlo dándole a beber agua del Leteo, uno de los ríos del Hades que tenía fama de borrar la memoria de quien bebiese de él. Menos poética, la mitología romana refiere que tanto Eneas como Psique lograron ingresar al Hades tras dormir a Cerbero con tortas de miel que contenían drogas.
Heracles (o Hércules), en cambio, no sólo logró burlar la vigilancia de Cerbero: también consiguió capturarlo. Se había encomendado al héroe la misión de apresarlo como último de sus célebres doce trabajos. Según algunas versiones, a Heracles sólo se le dificultó entrar al Hades, ya que una vez allí, el dios que lo regía, del mismo nombre, accedió a entregarle a su perro siempre que prometiese no hacer daño al animal.
Según otras, en cambio, Heracles debe luchar con Hades para llevarse a Cerbero, y lo derrota traspasándolo con una flecha. Sobre lo que pasó después, también hay versiones distintas. Algunas dicen que Heracles peleó fieramente con Cerbero para sacarlo a la superficie, y que debió arrastrarlo a través de toda Aquerusia, la cueva que atravesaba el Hades. Otras versiones señalan que Heracles trató con cariño al animal por vez primera y que Cerbero, entonces, lo acompañó dócilmente.
Cerbero era, como todos los monstruos de la mitología griega, hijo de Tifón y Equidna. Tifón, el dios huracán que lanzaba llamas por la boca, y Equidna, la bella mujer de cuerpo de serpiente, tenían además, otro hijo perro: Ortro, un can de dos cabezas que fue muerto por Heracles.
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